martes, 9 de agosto de 2016

De tus manos...

 
 
Un beso de sus labios le hizo estremecer.
El rítmico sonido de las olas acompasaba los latidos de su corazón.
Una caricia amiga le envolvió sus cicatrices.

Se arriesgó a caminar.
Abrió sus alas y emprendió el vuelo.
El amor fue su guía.
El miedo de su interior,
abandonaba su alma, volvía a nacer, recordó quién era...
y sencillamente volvió a SER.
Las ilustraciones que acompañan mis pensamientos son de Suzanee Woolcott.



Tomadas de internet.